Anoche Motorama visitaron Madrid, los rusos que con Poverty han firmado uno de los discos más interesantes de lo que va de año, rendían paso por nuestra ciudad para presentar oficialmente el trabajo en directo. Llegaron en forma de cuarteto, sin Airin Marchenko al bajo, y con esa extraña mezcla de frialdad e intensidad sonora que les caracteriza. Un concierto excelso, una noche para disfrutar de la música en directo, y con muchos debates para condimentar las sensaciones que se experimentan viendo a esta banda de Rostov. Puedes ver nuestras fotos de la noche en nuestro álbum de Flickr.
¿Os acordáis de aquel Dinamo de Kiev del 86 que jugaba al fútbol como una orquesta? ¿de aquella selección soviética de los ochenta, plagada de artistas que nunca ganaban grandes entorchados, pero que maravillaban con sus destellos y parecía por sus caras que todo daba igual? ¿de aquel quinteto de la URSS de baloncesto que tres cuartos de lo mismo, aunque estos sí que ganaban cosas? Pues eso, como si fueran los Dassaev, Blockhin, Belanov, Zavarov, Kurtinaitis, Sabonis o Tikhonenko de aquel entonces, Vlad, Maxim, Alexander y Oleg dieron una lección de interpretación musical sin que se les moviera una ceja, impasibles hasta el límite, y eso que, aunque el resto de su cuerpo no mostrase exactamente lo mismo, momentos hubo para haber roto un poco ese hielo ruso, pero no.
Movían las patitas como si fueran Chiquito de Rostov, se agitaban y sincopaban al ritmo de sus estupendas composiciones, incluso Vlad, cambiando de corte de pelo, ahora parecía un buen colegial concentrado en su banda de baile de graduación. Pero ni los vítores de una abarrotada Moby Dick, ni las primeras filas bailando sin parar, ni la rotura de una cuerda de la guitarra en la decimotercera canción, ni los sufrimientos de Vlad para acabar el concierto con unas gafas que, sudorosas, se le caían de la cara y le obligaban a arrimar los ojos a los instrumentos más de lo normal, fueron acicates para que rompieran una cuarta pared que fue un auténtico telón de acero. Lo dicho, rusísimos, aunque bailasen, lo hacían en su burbuja.
Ahora bien, que quieran jugar a eso es absolutamente intrascendente si empezamos a hablar de la calidad de lo que presenciamos. Motorama, como venimos diciendo desde que los seguimos, están cuajando un montón de temas que son auténticas delicias y un repertorio idóneo para verlos en directo. Tanto, que hasta ya se quedan cortos y nos faltan cosas. Ese arte que tienen para combinar post-punk crudo, pop aparentemente sencillo pero inefablemente magnético al estilo Smiths, y esas fabulosas conversaciones que mantienen los instrumentos de cuerda con punteos veloces y geniales, chispeantes y chocantemente a juego con la monolítica expresividad de la voz de Vlad, componen un repertorio sin descanso, una oda al pop hecho con concentración y pasión, en una máquina que se va engrasando año tras año para conformar una de las mejores bandas del panorama alternativo.
Ante la ausencia de la Marchenko, guitarra y bajo pasaban de mano entre Vlad y Maxim como quien se pasa un pitillo, sabiendo ser correctos y fieles a los originales que conocemos en estudio, e imprimiendo intensidad cuando la cuestión lo requería. Centrados, como era de esperar, en Poverty, intercalaron unos pocos temas del aclamado Calendar, de singles sueltos recientes, y de algunos temas que creímos reconocer como nuevos o, quizá, de muy temprana época caídos en el olvido. Alps, ese que Spotify y otros muchos sitios insisten en decir que es su segundo disco, cuando es el primero, quedó más relegado, más aún que en su reciente gira rusa, donde la extensión de los conciertos fue mayor. Anoche, como en citas previas de su gira española, la cosa se quedó en una intensa pero corta hora de concierto, sin bises.
Pensábamos que la rotura de la famosa cuerda era el detonante del abrupto final, pero nos cuentan que no, que ha sido así en otros lares. Y sin embargo entre Vlad y Maxim hicieron maravillas para reajustar los temas a la carencia de la quinta cuerda, y siguieron alegrándonos la noche, incluyendo el número de la gafa voladora, que si no fuera por la rectitud de los gestos de los protagonistas, podíamos hasta habérnoslo tomado a coña, pero nada de eso, teníamos a unos profesionales en el escenario. Rectos, comprometidos con lo suyo, funcionarialmente escrupulosos, y musicalmente gozosos.
De modo que pese a irnos con las ganas de ver, algún día, a unos Motorama equipados con una guitarra de repuesto, o de ser capaces de dedicarnos una sonrisa, o de irse a un concierto de treinta minutos más, la fantástica forma de ejecutar sus temas, sus sufrimientos, y sus caritas de chicos esforzados casi hasta el estajanovismo, nos dejaron con ganas de darles un abrazote y, sobre todo, nos hicieron irnos a casa con el placer de ver que los autores de uno de los mejores discos del año, también son capaces de dar uno de los mejores conciertos.
Pedimos un poquito de ayuda para componer un setlist que va por estos derroteros:
1. Corona 2. To The South 3. Dispersed Energy 4. She Is There 5. Red Drop 6. ¿? 7.Heavy Wave 8. Lottery 9. Rose in the Vase 10. Old 11. ¿? 12. Special Day 13. Similar Way 14. Ghost 15. Alps 16. Write To Me
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